Para que puedas ver un episodio de Sombra y hueso en tu pantalla es necesario un abanico de tecnologías en constante evolución: los centros donde se almacenan los datos, la infraestructura que lleva Internet a tu casa o el suministro eléctrico que alimenta los equipos en los que disfrutas de la serie. Para calcular todas esas emisiones se hicieron un montón de conjeturas, que se tradujeron en estudios que arrojaron estimaciones imprecisas y propagaron muchos mitos. Eso ha cambiado.
Investigadores de la Universidad de Bristol han dedicado una década a diseñar una herramienta capaz de calcular la huella de carbono del streaming y de otros usos cotidianos de Internet (ver las noticias en la Web, por ejemplo), y así responder a esta pregunta. En lugar de recurrir a estimaciones genéricas como en estudios previos, esta calculadora utiliza los protocolos científicos más recientes para la medición de emisiones —como las evaluaciones de ciclo de vida útil— y datos obtenidos directamente de las empresas de entretenimiento y de medios que dependen del streaming.
Esta investigación es el tema que analiza un nuevo libro blanco independiente publicado la semana pasada, obra de los investigadores en sostenibilidad del Carbon Trust. Aunque el documento completo, disponible aquí, contiene muchísima información detallada, estos son los cuatro hallazgos clave:
-
La huella de carbono media de una hora de streaming en Europa es de aproximadamente 55 gCO2e (gramos de equivalente de dióxido de carbono). Esta cantidad equivale más o menos a preparar cuatro bolsas de palomitas en un microondas, o usar tres veces un hervidor eléctrico en Reino Unido*. Las conjeturas previas divulgadas por los medios elevaban este dato hasta los 3200 gCO2e, lo que equivaldría a calentar 200 bolsas de palomitas en un microondas. ¡La diferencia es más que notable!
-
Ajustar la resolución de la imagen supone una diferencia mínima en emisiones de carbono. Por ejemplo, cambiar de definición estándar a resolución 4K incrementa las emisiones desde un poco menos de 1 gCO2e/hora hasta un poco más de 1 gCO2e/hora. ¿Por qué? Internet siempre está ‘encendida’, así que la energía adicional necesaria para transmitir una definición superior a tu tele es mínima en comparación con la energía que hace falta para que Internet funcione ininterrumpidamente. Estudios anteriores sobrestimaban este incremento, afirmando que podría ser de hasta 500 gCO2e/hora.
-
Aunque el streaming y el uso de Internet han aumentado estos últimos años, el consumo de energía para esas actividades se ha ido reduciendo con el tiempo. Esto se debe a que los proveedores de centros de datos, de Internet y de servicios pueden asumir más demanda sin consumir más energía. Actualizan sus equipos constantemente para que sean más eficientes, y compran y utilizan más electricidad procedente de fuentes renovables. El libro blanco examina las tendencias pasadas para desglosar este punto.
-
Los dispositivos de consumo (televisores, portátiles o PCs, smartphones, tabletas) suponen más de la mitad de las emisiones de carbono producidas por el streaming (más del 50 %), en comparación con los demás componentes, como los centros de datos o el servicio de Internet. Por eso, el dispositivo elegido para hacer streaming y el uso de electricidad de fuentes renovables en el hogar pueden ejercer un gran impacto en las emisiones y el consumo de energía. Los dispositivos, televisores incluidos, cada vez son más eficientes.
Netflix y otras compañías han utilizado esta herramienta de cálculo como parte de DIMPACT, un proyecto colaborativo que agrupa a empresas de entretenimiento y de medios e investigadores de la Universidad de Bristol. La principal plataforma de entretenimiento introdujo recientemente sus datos en la herramienta, y se descubrió que las emisiones por una hora de streaming a nivel global estaban muy por debajo de los 100 gCO2e, menos de lo que produce un vehículo de gasolina desplazándose 400 metros. Esta cifra incluye redes eléctricas con mayor impacto ambiental de regiones como EE. UU. y Canadá, Latinoamérica y Asia-Pacífico. Por tanto, es algo superior a la cifra obtenida por el Carbon Trust, que es específica para Europa, donde la red eléctrica emite menos carbono.
La validación de la herramienta por parte del Carbon Trust nos acerca un poco más a la evaluación precisa y sistemática del impacto medioambiental del streaming, ya sea el de los centros de datos, el de los proveedores de Internet o el de los fabricantes de dispositivos, o el de las compañías de entretenimiento y de medios que dependen del streaming. Entender mejor esta huella nos permite optimizar los esfuerzos por reducir esas emisiones de forma transversal, en todas las industrias, en todos los países y en el mundo entero.