Investigadores de la Universidad de Zaragoza y la URV han desarrollado redes de vigilancia epidemiológica personalizadas para cada ciudad, con el objetivo de identificar trayectos críticos en la diseminación de epidemias. Esta innovadora estrategia combina modelos epidemiológicos con datos demográficos y de movilidad humana, permitiendo anticipar brotes de enfermedades infecciosas. Aplicada en ciudades como Nueva York y Bogotá, se ha demostrado que puede detectar brotes hasta diez días antes que los métodos convencionales, mejorando así la eficacia en la gestión de recursos sanitarios. La herramienta se adapta a las dinámicas específicas de cada ciudad, ofreciendo soluciones personalizadas para las agencias de salud pública.
Un equipo de investigadores, liderado por la Universidad de Zaragoza y con la colaboración de la Universitat Rovira i Virgili (URV), ha puesto en marcha una estrategia innovadora para mejorar la vigilancia epidemiológica en entornos urbanos. Este proyecto se centra en identificar los trayectos críticos entre barrios y localidades que pueden facilitar la diseminación de epidemias.
El fenómeno de urbanización acelerada que enfrenta el mundo plantea serios desafíos para las agencias de salud pública. La pandemia de COVID-19 evidenció cómo las grandes ciudades son especialmente susceptibles a brotes epidémicos. Se estima que para 2030, alrededor del 10% de la población global residirá en megaciudades con más de 10 millones de habitantes, lo que podría agravar aún más esta vulnerabilidad. Las interconexiones entre estas urbes son fundamentales en la rapidez con que un patógeno puede propagarse a nivel mundial.
La investigación se desarrolla en el marco del campus Iberus, donde también participan la Universidad de los Andes en Bogotá y la Universidad de Drexel en Estados Unidos. Según el profesor Jesús Gómez-Gardeñes, del Departamento de Física de la Materia Condensada en Zaragoza, “aunque las ciudades actúan como aceleradores epidémicos, su intensa vida digital ofrece oportunidades excepcionales para el control y prevención de enfermedades”. La herramienta creada combina modelos epidemiológicos con datos demográficos y patrones de movilidad humana.
Gómez-Gardeñes, quien lidera el proyecto, tiene experiencia previa significativa; en febrero de 2020 desarrolló un modelo matemático junto a la URV que estimaba en tiempo real el riesgo de nuevos contagios por coronavirus en España. Esta iniciativa permitió anticipar la propagación del virus y adoptar medidas efectivas.
El estudio aplica esta nueva herramienta en diversas metrópolis, incluyendo Nueva York, Boston, Miami y Bogotá. Los hallazgos revelan que es posible identificar los trayectos entre barrios que son esenciales para contener epidemias. “Es como encontrar el cable exacto que tenemos que cortar para desactivar una bomba”, señala uno de los investigadores. Estos desplazamientos críticos permiten determinar qué rutas y estaciones requieren vigilancia intensificada mediante pruebas diagnósticas rápidas.
En Bogotá, donde el sistema TransMilenio es clave para millones de usuarios diarios, los investigadores concluyeron que concentrar las pruebas en ciertas estaciones podría detectar brotes hasta diez días antes que las estrategias tradicionales. Pablo Valgañón, coautor del estudio, afirma: “Este margen podría haber salvado miles de vidas durante la primera ola de COVID-19 y prevenido el colapso del sistema sanitario”.
David Soriano-Paños, otro coautor del trabajo, destaca que este método permite adelantarse varios días respecto a controles aleatorios. Esto resulta crucial para preparar recursos hospitalarios y tomar decisiones clave en salud pública. Además, Álex Arenas resalta que su enfoque no solo mejora la eficacia sino también optimiza el uso limitado de recursos durante crisis sanitarias.
El estudio enfatiza que cada ciudad presenta características únicas; por ello, las estrategias deben adaptarse a sus dinámicas específicas. “Nuestra herramienta es general pero permite integrar datos específicos para ofrecer redes personalizadas a las agencias sanitarias”, concluye Gómez-Gardeñes.
Es una estrategia innovadora que combina modelos epidemiológicos con información demográfica y de movilidad humana para anticiparse a los brotes de enfermedades infecciosas, adaptándose a las características específicas de cada ciudad.
Permite identificar trayectos críticos entre barrios o localidades que son clave para la diseminación de epidemias, lo que facilita concentrar recursos de vigilancia en puntos estratégicos, mejorando así la eficacia del control sanitario.
Concentrar las pruebas en unas pocas estaciones clave puede permitir detectar brotes epidémicos hasta diez días antes que con estrategias convencionales, lo que podría salvar vidas y evitar el colapso de los servicios sanitarios.
Cada ciudad tiene un diseño y un ritmo propios, así como dinámicas de interacción humana únicas. Adaptar las estrategias permite ofrecer redes de vigilancia personalizadas que se ajusten a las necesidades específicas de cada población.
El modelo permitió estimar en tiempo real el riesgo de nuevos contagios en España, ofreciendo la posibilidad de anticiparse a la propagación del virus y adoptar medidas eficaces de control sanitario.